Por Qué Estoy Regresando a Houston

Hace unas semanas, después que decidí firmar con los Astros para la próxima temporada, una de las primeras cosas que hice fue llamar a José Altuve y Carlos Correa.

Sabía que habría una conferencia de prensa en Houston, y quería ver si estarían disponibles para ir a cenar juntos y hablar un poco. Esperaba tener la oportunidad de conocer un poco más cómo se estaban preparando durante el off-season y sus expectativas para la nueva temporada.

Después de contestar muchas preguntas en Minute Maid Park, y tomarme fotos, los tres nos encontramos en un steakhouse en The Galleria. Casi inmediatamente después de que nos sentamos, me di cuenta de que esta temporada iba a ser aún más divertida de lo que me había imaginado.

Fans de los Astros, les aseguro algo: Este va a ser un año especial. Después de tan solo una cena con los muchachos, se los puedo asegurar.

Al principio, los tres estábamos sentados a la mesa hablando de todo un poco, pero entonces, de repente, José se vira hacia mí, mirándome serio y empieza a hablar de béisbol. Era como si no pudiera aguantar más. Tenía algo que quería hablar.

“Carlos”, dijo, “Necesito mejorar”.

Al principio, solo me le quedé mirando.

Miren, éste es un tipo que ha sido uno de los jugadores más consistentes en las grandes ligas casi desde el día en que empezó a jugar. El año pasado tuvo promedio de .338.

Él sigue hablando y me pide consejos sobre cómo mejorar para poder batear ciertos lanzamientos. Sé que no le dí muy bien a algunos lanzamientos el pasado año, dice. ¿Qué puedo hacer para darle mejor a esos lanzamientos?

Este tipo no está contento con un promedio de .338. Cree que puede alcanzar un promedio de .360. Me dice, Carlos, sé que puedo batear mejor. Y lo dice bien en serio.

Durante todo ese tiempo, Correa nada más mira sonriendo y moviendo la cabeza.

Ya Correa conoce bien a Altuve y sabe que así es como funciona. Así que él nada más escucha mientras se ríe — se ríe como una persona que, apenas a la edad de 22 años, se ha convertido en uno de los principales shortstop en el deporte del béisbol. Correa y yo hemos hablado mucho durante los últimos años sobre el liderazgo dentro de un equipo. A pesar de él ser uno de los jugadores más jóvenes del equipo, siempre está pidiendo consejos que le ayuden a ser un líder en el clubhouse. Este muchacho entiende cómo es que funcionan las cosas y está absorbiendo todo como una esponja.

Los tres hablamos durante horas esa noche — compartiendo ideas, consejos y hablando de cosas que todos podemos hacer para mejorar. Después de despedirnos, mientras manejaba de regreso a mi hotel, yo solo pensaba….

¡Wow! Estos tipos son buenos de verdad.

Iba riéndome solo, pensaba en eso… Bueno, en eso y en que….

Estoy loco por que comience ésta temporada.

La primera vez que jugué para los Astros de Houston fue en 2004. Tenía 27 años. Había jugado seis temporadas y media en Kansas City, pero seguía siendo un chamaco joven. Nunca había llegado a los playoffs, nunca había experimentado realmente lo que era ganar consistentemente.

Los Astros estaban en la Liga Nacional en ese momento y, para ser honesto, pasar a una liga diferente me hizo sentir un poco perdido. Era como si todo fuera nuevo para mí, y al principio me dio trabajo acostumbrarme.

Por suerte, cuando llegué a Houston, me dieron un locker al lado del de Craig Biggio.

Estoy seguro de que eso es algo que parece tener poca importancia. Pero para ser completamente honesto — la decisión de cuál sería la ubicación de mi locker dentro del clubhouse — tuvo un impacto enorme en mi carrera, y en el tipo de jugador en que me he convertido.

Siempre había escuchado historias sobre Biggio, de su dedicación y pasión. Así que me acerqué y hablé con él de lo perdido que me sentía.

Cuando terminé, me miró y pensó durante un segundo. Se notaba que estaba pensando realmente cómo contestarme. “Carlos”, dijo, “en la Liga Nacional, se lanzan más rectas. Quiero que seas más agresivo en eso. Esto no es como la Liga Americana, donde los lanzadores evitan lanzarle a ciertos bateadores. No titubees. Aquí vas a ver buenos lanzamientos. Solo preocúpate por darle a la bola. Vas a estar bien.”

Tenía perfecto sentido lo que decía y, lógicamente, le escuché. Luego pasé el resto de la temporada aprendiendo todo lo que pude de Biggio. Me volví su sombra.

Vi cómo manejaba todo y cómo se preparaba para cada juego, como daba lo mejor de él todos los días — y cuando digo esto en serio digo que daba absolutamente lo mejor siempre. Recuerdo haber pensado: Este tipo es un animal. Esto no es real. ¿De dónde saca toda esa energía? Y lo que es más importante, pensaba, Ese es el ejemplo que quiero seguir.

Decidí que iba a aprender de ese tipo todo lo que pudiera. Esa iba a ser mi prioridad número uno. Al mismo tiempo, miraba cómo trabajaban Jeff Bagwell y Roger Clemens. Vi a Andy Pettitte batallar, y a Lance Berkman, Jeff Kent y Roy Oswalt, hombres que son de los mejores que jamás han jugado este deporte. Lo absorbí todo, absolutamente todo lo que vi.

Cuando terminó la temporada de 2004, yo había logrado batear 23 home runs en tan sólo 90 juegos con los Astros. Clasifiqué por primera vez con mi equipo para los playoffs y logré ocho home runs más en esas dos series de playoff con un promedio de bateo de .435.

Algo hizo clic dentro de mí.

Ronald Martinez/Getty Images

No puedo evitar pensar a cada momento en aquel equipo de los Astros de 2004… y en cómo casi lo logramos. No puedo esperar a tener la oportunidad de producir para mi equipo y hacer todo lo que pueda hacer para que nuestro equipo esta vez logre pasar ese obstáculo final.

Carlos Beltrán

Doce años después… estoy de regreso en Houston.

Es increíble como la vida da tantas vueltas.

Definitivamente han cambiado muchas cosas desde 2004. Ahora tengo 39 años, he jugado en muchos equipos diferentes, y he visto de todo, un poco.

Antes de firmar, conversé varias veces con A.J. Hinch. Hablamos de la temporada que tuve el año pasado y de lo que pensaba que podía aportar al equipo y de cómo mi producción podía ayudar a los Astros a avanzar más en las series de playoff la próxima temporada.

Después de eso, hablamos de cómo servir de mentor para este equipo.

Los Astros tienen un increíble grupo de peloteros jóvenes que están liderando el equipo — y créanme, no son solamente Altuve y Correa, están Springer, Bregman y Reed, unos tipos con un talento extraordinario. Pero, nada en este deporte es fácil. Uno siempre tiene momentos buenos y momentos malos. No importa cuánto talento tengas, no hay manera de escapar de eso.

Durante mi carrera, una de mis pasiones ha sido ayudar a los muchachos a superar esos momentos malos, ya sea compartiendo consejos sobre preparación, o cosas que hago en el batting cage, o simplemente animándolos. Si alguien está teniendo dificultades, o necesita un consejo, quiero hacer todo lo posible para ayudar, y se lo dije así de claro a A.J.

Cuando decidí formar parte de los Astros, lo llamé con un mensaje sencillo y directo.

“Pónme en el clubhouse al lado de jóvenes a los que pueda ayudar”, dije. “Pónme cerca de los muchachos … los peloteros a los que pueda impactar. En el spring training, durante los ejercicios, cuando se pueda, deme la oportunidad de ayudar a los peloteros jóvenes a mejorar”.

Me prometió que lo haría y estoy bien contento por eso.

Durante los años han sido muchas las personas que me han ayudado con mi carrera—docenas, quizás cientos de personas. Estoy súper agradecido con todas y cada una de esas personas. Pero, hay cuatro o cinco tipos que realmente me ayudaron más que nadie a convertirme en el pelotero y en la persona que soy hoy en día.

Craig Biggio es uno de esos tipos. Le debo muchísimo a ese hombre.

Según han ido pasando los años, siempre que mi equipo jugaba en Houston, Craig se tomaba el tiempo de buscarme en el estadio para saludarme. Y, hasta el día de hoy, siempre que lo veo me aseguro de mirarlo a los ojos y decirle gracias.

Ahora que vuelvo a lucir el uniforme de los Astros, va a ser excelente poder ver a Craig más seguido y pasar tiempo con él. Creo que quedará impresionado al ver personalmente el impacto que sus consejos y liderazgo de aquellos días han tenido en mí.

Pero, ¿saben qué?

Siento que le dará más emoción aún el que logre batear muchos home runs este año y ayudar a que Houston regrese a la Serie Mundial. Estoy completamente consciente de que, más que todo, este equipo cuenta conmigo, con que logre producir y que tenga una temporada excepcional. Al final, esto se trata de ganar juegos y de hacer todo lo que pueda dentro del terreno para que los fans de los Astros puedan disfrutar de su primer campeonato.

Para mí, ganar la Serie Mundial sería lo máximo; sería lo más grande dentro de una carrera que ya ha sido mejor de lo que jamás hubiera imaginado. Es gracioso incluso escribir acerca de esto y casi ni lo puedo creer, pero estoy a punto de comenzar mi temporada número 20 este año. Y, según uno se va haciendo mayor, definitivamente uno empieza a pensar en cuantas oportunidades le quedan.

Para ser honesto con ustedes, es muy posible que ésta sea mi última temporada y pueden estar seguros de que voy a dar absolutamente todo de mí.

Pero, mejor no nos adelantemos a las cosas. Ahora mismo no estoy pensando en nada de eso.

En este momento, lo único que quiero es que todo comience en Minute Maid Park dentro de unos meses. Mientras me preparo para la próxima temporada, no puedo evitar pensar a cada momento en aquel equipo de los Astros de 2004… y en cómo casi lo logramos. No puedo esperar a tener la oportunidad de producir para mi equipo en situaciones importantes, de dar buenos hits, de lograr un buen promedio, de hacer todo lo que pueda hacer para que nuestro equipo esta vez logre pasar ese obstáculo final. Y si, en ese proceso, puedo ayudar de alguna manera a Altuve a alcanzar ese promedio de .360 que tanto quiere, pues mejor.

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