¡Houston! Es Nuestra Hora
Mucha gente está diciendo que el secreto de nuestro éxito este año viene del liderazgo de los veteranos en el equipo. También he escuchado a muchos diciendo que ganamos mucha confianza al comienzo de la temporada cuando empezamos jugando tan bien.
Y sí, puedo entender eso. Tiene sentido. Todo eso ha sido importante. Pero me gustaría intentar demostrar que la razón principal de nuestro éxito este año es en realidad la máquina de humo.
Les voy a explicar.
Tenemos una máquina de humo en la casa club del equipo y es lo mejor del mundo.
Cada vez que ganamos partidos importantes en el Minute Maid Park, se siente increíble porque todos sabemos lo que viene después de esa victoria.
Apagamos todas las luces, ponemos música, y después…
¡Es la hora de la máquina de humo!
La prendemos y encendemos unas luces de discoteca que tenemos y ahí empieza la fiesta. Todos los lanzadores están bailando, y los jugadores de campo se vuelven locos.
Se pone fuerte allí. Más que todo se escucha hip-hop, y música latina y reggaetón, pero a veces ponemos country también. Yo siempre quiero que pongan Kendrick Lamar, pero también hay bastante Migos, Daddy Yankee y Ozuna.
Y todo el mundo se deja llevar. Nadie esta viendo o juzgando si estas bailando mal. Es una fiesta.
Lo puedo describir así: Imagínate una discoteca, pero sin bebidas. (Bueno, en realidad sí hay bebidas. Si quieres puedes tomarte algo: agua o Gatorade) Y eres amigos de todos los que están en la discoteca. Te llevas bien con todos.
Todos amamos las noches de la máquina de humo. Son noches que nos han unido como equipo, y han sido una gran parte del porque ésta ha sido la temporada más entretenida de mi carrera.
Es cierto que Altuve debería ganar el premio al jugador más valioso de la liga, pero La Máquina de Humo es el MVP de nuestro equipo.
Y hablando de Altuve…
Voy a tomar un momento y contar una historia que te enseñará todo lo que necesitas saber sobre él.
Es temprano en la temporada, alrededor de mayo, y estábamos jugando en Minnesota. José se acerca a mí y a Marwin González. Él quiere hablar con nosotros. En ese momento, yo estaba bateando alrededor de .311 igual que Marwin, y José estaba bateando como .308. Todos alrededor de el mismo promedio.
Bueno, José tiene una idea.
“¡Tenemos que hacer una apuesta!”
Él dice que los tres tenemos que apostar que quien llegue primero a .320, los otros dos le tienen que comprar algo. Unos buenos zapatos o una camisa de vestir.
Entonces él tiene toda esta idea planeada y nos la está vendiendo… exactamente cómo va a funcionar.
Y todo el tiempo que él está hablando, Marwin y yo no estamos viendo cómo, ¿Qué es lo que está pasando aquí?
Cuando finalmente él deja de hablar, yo le respondo de una vez.
“Yo no voy a hacer ninguna apuesta como esa contigo, ¿Estás loco?”
Marwin, mientras tanto, esta sacudiendo su cabeza de lado a lado.
Y Altuve esta como que, “¡Dale! ¿Por qué no? Será divertido. Y ustedes ya tienen la ventaja.”
Así que yo le explico con calma que yo nunca he bateado .320 en mi vida, y le menciono que él ya ha bateado arriba de .330 en las grandes ligas, varias veces.
“A mí no me gusta botar mi dinero.”
Marwin está de acuerdo conmigo, y José solo hace una cara y se va.
El día siguiente, llegamos al estadio y Altuve va y batea cuatro hits. Así de fácil: Uno. Dos. Tres. Cuatro. Cuatro hits. Como si nada.
Y así de rápido, su promedio llegó a los .320! El día siguiente de cuando quería que apostáramos.
Fue increíble.
Pero Marwin y yo sabíamos. No somos bobos. No íbamos a caer en esa trampa. Después del partido fuimos a hablar con el y le dijimos, “¿Crees que no sabemos quién eres o qué?”
José simplemente nos sonrió y se fue a hacer unos swings en la caja de bateo o algo así.
Pero hablando en serio, lo que esa máquina de humo, esas fiestas y esa historia tan loca de Altuve simbolizan para mí es la unidad que tenemos este año en el equipo. De verdad creo que una de las razones por las que nos ha ido tan bien es porque somos tan unidos. No es unos de esos equipos en el que cada quien hace lo suyo, o que hay varios grupitos dentro del equipo. Todos estamos juntos, jugamos FIFA en la casa club antes de los partidos, y nos hacemos bromas, nos fastidiamos (“El campeón de FIFA de los Astros del 2017: Carlos Correa… con mucha ventaja”).
Pero esta es la cosa, y esto es lo importante: No todo es una broma.
Sabemos cuándo es hora de tomarnos las cosas seriamente, y sabemos cómo prepararnos todos los días para poder ser un equipo ganador. De verdad creo que lo que hace a este equipo tan especial es que tenemos la mezcla perfecta de diversión con preparación y seriedad.
Tenemos a tantos lideres en el vestuario pero, para mí, todo empieza con Carlos Beltrán. En mi opinión él es el jugador más respetado en el béisbol. Es un veterano de 20 temporadas, y tiene muchísima sabiduría. Cuando está hablando con alguien – ¡Quién sea! – esa persona está escuchando. Y no importa si batea de 4 – 0 o de 4 – 4, el va a conseguir formas de ayudar al equipo.
Carlos me ha enseñado tantas cosas, no solo de béisbol, pero también de la vida. Siempre salimos a comer cuando estamos jugando fuera de casa, y después de cada una de esas comidas, antes de dormirme esa noche, me doy cuenta de que aprendí 10 cosas nuevas. Como mínimo.
Lo adoro, él se ha convertido en el corazón y el alma de este equipo.
Y cuando puedes no solo traer a jugadores como Carlos, pero también como Brian McCann – quien es de verdad uno de los mejores compañeros que te puedas imaginar – y a Charlie Morton, Josh Reddick, y luego traer un lanzador de clase Cy Young como lo es Justin Verlander al final de la temporada… Es una infusión inmensa de veteranos y liderazgo en comparación al año pasado.
Y la verdad es que hemos necesitado personas así de fuertes esta temporada… especialmente después del huracán Harvey.
Todos quedamos sorprendidos por cómo la ciudad respondió después de la tormenta, y la fuerza de este equipo de los Astros está inspirada en esa misma actitud.
Las últimas seis semanas han sido muy emocionales.
Estábamos jugando fuera de casa cuando llegó la tormenta, y yo estaba en Fresno haciendo mi rehabilitación cuando Harvey tocó tierra. El equipo y yo tuvimos que ver todo por televisión, sabiendo que tantos de nuestros amigos y familia, esposas e hijos, estaban en casa recibiendo la tormenta.
Fue agonizante.
Y para mí, mientras veía desde un cuarto de hotel toda la destrucción, las inundaciones, el sufrimiento y siguiéndolo todo por Twitter… Fue muy difícil intentar entender en realidad todo lo que estaba pasando, estando yo tan lejos. Estaba muy triste. (Y para mí, y Carlos y Juan Centeno, desafortunadamente fue una tristeza increíble tener que pasar por la misma experiencia cuando el huracán María devasto a Puerto Rico.)
Lo que seguía pensando era que no podía esperar para volver a Houston y encontrarme con mi gente, abrazarlos, y darles la mayor ayuda posible. Y nunca olvidaré la primera serie que tuvimos en casa después de la tormenta.
Todos nos reunimos en la casa club antes del juego, y hablamos de como queríamos hacer todo lo posible para darle una alegría a Houston. Y cuando salimos al campo, podíamos sentir el amor que nos dieron de vuelta. Fue en ambos sentidos.
Jugamos increíblemente durante esas primeras series en casa, y mientras esos juegos se desarrollaban, me empecé a dar cuenta de tantas pequeñas cosas en las gradas – las sonrisas en la gente cuando bateábamos un hit importante, lo feliz que estaban los niños de vernos, o la gente gritando nuestros nombres y apoyándonos. Todas esas cosas me afectaron mucho más después de la tormenta, y me mostraron de nuevo, lo increíble que es la gente en esta ciudad.
En este momento, de verdad se siente como que todos estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo para levantarnos mutuamente.
Y ahora, en medio de todo esto… llegó la postemporada.
Todos sabemos lo que éstas próximas semanas significan para esta ciudad.
Y todos nosotros – José, Marwin, Beltrán, McCann, Keuchel, Reddick, Springer… todos a los que les gano en FIFA… todos – estamos listos para hacer algo especial por la ciudad de Houston.
La verdad es que no puedo esperar para empezar. Esta postemporada, y poder ganar por esta ciudad, es todo en lo que he podido pensar últimamente.
Yo vivo aquí, igual que mis padres y muchos de mis amigos cercanos. Amo esta ciudad con todo mi corazón. En los últimos años, Houston se ha convertido en mi hogar. Y ver como esta ciudad, nuestra ciudad, ha tenido que pasar por todo esto estas últimas seis semanas, ha sido muy difícil. Ver gente – gente buena, bondadosa, tus vecinos y los míos – perderlo todo, ha sido devastador.
Pero al mismo tiempo, he visto el verdadero corazón de este sitio. He visto el espíritu y la amabilidad y el optimismo de esta ciudad de la que estoy orgulloso de llamar mi hogar. Y hoy más que nunca, estoy convencido de que juntos, vamos a volver de esta tragedia mucho más fuertes y unidos.
Luego de que el huracán nos pegó lo más fuerte que pudo, probamos que somos más fuertes que cualquier tormenta y que somos imparables cuando trabajamos juntos por una meta en común.
Todos nos unimos y formamos un gran equipo, y ha sido increíble ser parte de todo esto. Mis compañeros de equipo y yo quedamos todos sorprendidos por cómo la ciudad respondió después de la tormenta, y la fuerza de este equipo de los Astros está inspirada en esa misma actitud. Trabajamos fuerte y nos apoyamos los unos a los otros y sobrepasamos cualquier obstáculo en nuestro camino… juntos.
Y puedo decirte una cosa, si logramos lo que creo que podemos lograr en estas semanas que vienen, y traemos la primera Serie Mundial a nuestra gran ciudad, la celebración será histórica.
Luego, en muchos años, todos podremos contarles a nuestros nietos sobre la increíble postemporada que fue parte del mismo año en el que Houston le demostró a todo el país – y en realidad al mundo – lo fuerte que es la gente de esta ciudad.