Nada Está Escrito

Ricardo Nogueira/The Players' Tribune
Presentado por
HBO Max

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Final de la Champions y en París. 

Imposible no dejarse llevar por los recuerdos, ¿no? 

;-)

Han pasado ya 22 años de aquella primera vez. Mi primera vez en una final. 

Y es una bonita historia, porque en una Champions, nada está escrito de antemano y hay que estar preparado para todo. 

Literalmente, para todo. En el campo o… en el colegio. 

Imagina esta situación: Es un día cualquiera y estás en clase. De pronto entra el director y dice que es urgente, que debes irte. Al rato, estás en un avión rumbo a Noruega. Vas con el Real Madrid a jugar un partido de Champions League.

Suena de película, ¿no?

Eso fue lo que me pasó a mí a los 16 años, mientras estaba en una clase de diseño. Me sacaron del Instituto Cañaveral de Móstoles para decirme que me iba al hotel del primer equipo y de ahí en avión a Trondheim. A mi mamá ya la habían llamado para avisarle.

Del instituto fui a cambiarme a mi casa, de ahí cogí un taxi al aeropuerto de Barajas, para encontrarme con todas las estrellas. Fue un viaje largo, tres días en total, y pude disfrutarlo muchísimo. Además, me trataron muy bien. Me sentía cada vez más cerca de mi sueño. 

Fue como si me hubiera ganado la lotería. Mi primera gran alegría en la Champions. 

Dos años más tarde de aquel primer viaje a Noruega, en una misma semana me tocó hacer el debut por La Liga y por la Champions. Todo en cuatro días y todo fuera de casa.

Bilbao y Olympiacos. San Mamés y el Estadio Olímpico de Grecia. Vaya partidos…  

No fue fácil, pero creo que saqué algo más que un aprobado.  

Cortesía de Iker Casillas

El Olympiacos era un equipo bastante difícil, porque tenía a Rivaldo, tenía a Giovanni, que también había jugado en el Barcelona. Eran jugadores que yo había visto hace poco en la liga española, desde la grada. Y para mí debutar contra ellos ya era algo impresionante. Fue un partido de mucha tensión, un 3 a 3 muy emocionante. 

Así empezaba el camino a la Octava. 

Recuerdo vivir ese año con una naturalidad terrible, sin tomar dimensión de lo que estaba haciendo. 

Titular en la Champions con 18 años y jugando para el Real Madrid. 

Fuerte, ¿no?

A esta altura veo a cualquier chico debutando a esa edad y me parece un fenómeno. En esa época yo lo tomaba como algo totalmente normal. 

Me acuerdo de los cuartos de final ante el Manchester United, que venía de ser campeón, y para mí era como jugar en el campo del Puerta Bonita o incluso en la Ciudad Deportiva antigua. 

Recuerdo la semifinal con el Bayern Munich, que era el finalista del año anterior. Y tenía nada menos que a Oliver Kahn, a quien yo admiraba. O sea, jugando contra Kahn te sentías como un actor de reparto. Yo lo disfrutaba como un ídolo, lo veía en la tele, seguía sus entrevistas, y de repente me encontraba allí, frente a él, y encima le pude ganar. 

No me pesaba absolutamente nada lo que estaba haciendo. Por eso digo que para mí ese año fue como todo un sueño global, que tendría un buen final. 

Para la final en París contra el Valencia sabíamos que no partíamos como favoritos, pero el ambiente que teníamos en ese equipo, con todo lo que habíamos sufrido ese año a nivel doméstico, además de que estuvimos al borde de la eliminación en la fase de grupos contra el Dínamo de Kiev, era fantástico. 

El fútbol siempre había sido mi vida, y todo se había dado naturalmente.

Iker Casillas

Por eso, apenas pisamos el Saint-Denis, desde el primer minuto nos sentíamos favoritos aunque no lo éramos. Y así llegó la Octava. Recién había cumplido los 19 años.

Que un chico de esa edad forme parte del primer equipo y que debute tan pronto es impensable. No reparaba en ningún momento lo que estaba haciendo. Y eso tiene una explicación.

Para un jugador de las inferiores, como yo, el paso de lo que sería el fútbol “semi-profesional” al “de verdad” lo llevé con demasiada naturalidad. Es más, ahora mismo me arrepiento de no haber disfrutado más aquellos días.

Pero es que el fútbol siempre había sido mi vida, y todo se había dado naturalmente. 

Mis primeros recuerdos son con un balón, jugando con mi padre en el parque de mi urbanización, en Móstoles, o jugando con mis abuelos, o pateando yo mismo, contra la pared del patio. Y si no había balón, entonces un globo. 

Mi padre siempre fue futbolero, le gustaba mucho, y siempre que podía lo ponía en la tele. Además, leía la prensa deportiva y eso hizo que yo también me hiciera un lector de fútbol. Por eso digo que es como una pasión que se dio de manera natural. 

Y en esa pasión había una certeza: yo sabía que iba a ser portero, como Luis Miguel Arconada. Sin conocerle, sin verle por tele, todos decían que era el mejor, y yo quería ser como él. 

Me veía bastante ágil, bastante rápido, no me daba miedo que me chutasen desde cerca y tenía bastantes reflejos. Mi madre siempre dice que desde pequeño ya tenía muchísimos reflejos. Así que mi lugar estaba en la portería, sí. 

Solo me faltaba un equipo. 

Lo que hacía de niño era ir los fines de semana con mi padre a un colegio que estaba al lado de mi casa. Íbamos temprano para poder ocupar una portería. Cuando venía el resto de los chavales, la condición que ponía mi padre era que les dejábamos la portería para que jugasen si ellos aceptaban que yo me integrase con ellos. Entonces, terminábamos jugando todos juntos. 

La portería venía con el portero incluido. 

Jajaja.

Hasta que a los 9 años, entré al Real Madrid, sin saber que allí iba a pasar los 25 siguientes. 

A esa edad, sabes que es difícil pero tienes que confiar en ti mismo. Yo me veía con condiciones, lo único que había que tener era la cabeza, una cabeza amueblada.

Empecé a ver a muchos porteros: Schmeichel, cuando ganó la Eurocopa con Dinamarca, Toni Prats, Cañizares, Molina, César. Anteriormente también estaban los clásicos, Zubizarreta, Ablanedo, Paco Buyo, Abel… Cada vez que tenía la oportunidad, que eran pocas veces, de ir al Bernabéu, siempre seguía a Buyo o al portero rival. Miraba cada cosa que hacían.

A medida que vas subiendo de categoría y te aproximas del primer equipo, ya te dices “esto ya es una realidad”. Por detrás hay una inversión de tus padres… muchos kilómetros, mucho gasto de material. Y ahí sí que empiezas a fijarte más en todos los partidos, las diferentes competiciones. Y sueñas con algún día poder disfrutar de esas competiciones. De estar en la Champions

Iker Casillas comienzo Real Madrid
Getty Images

Aún mantengo la marca de ser el portero más joven en ganar la Champions y… ahora lo pienso y me parece una barbaridad, me parece una locura. 

Dos temporadas después llegó la Novena, en Glasgow, en la que tuve otro papel. En los últimos meses no había estado jugando y era la primera vez que me sucedía. 

Tengo un fotograma en el que me recuerdo en el banquillo, viendo la jugada del gol de Raúl. 

¡Vaya gol más raro! ¿Cómo es posible esto? 

Y luego el segundo gol, cuando Roberto Carlos hace ese pase, casi con desprecio, y Zizou la engancha y mete ese golazo nos quedamos todos alucinados.

In-cre-í-ble.

Llevábamos un resultado favorable, que era un 2 a 1, pero el Bayer Leverkusen achuchaba, achuchaba y achuchaba.

Y de pronto, tener que reemplazar a un portero, un compañero que se lesiona, te pilla diferente, porque te quedan 22 minutos para poder salir campeón de Europa. 

Recuerdo que antes de entrar estaba Javier Miñano, que era el preparador físico, también Vicente Del Bosque, y otros compañeros míos, pero yo estaba pendiente de si tenía que salir o no, ya que no tenía nada preparado. 

¡Las mangas! 

Yo siempre jugaba con las mangas cortas y no las había cortado. Tampoco me había puesto las espinilleras. En eso escuchaba un poco las instrucciones, algunos gritos… en el estadio había un ambiente espectacular. Javier me ayudó con las mangas. Solo quería estar tranquilo para llegar a la portería y dar el 100%. 

Casillas Players Tribune
Ricardo Nogueira/The Players' Tribune

Intenté olvidarme de todo, disfrutarlo y dar el máximo en esos 22 minutos que faltaban para ganar la copa de Europa. Y ahí llegaron las tres paradas. 

No fueron unas paradas descomunales o bestiales, pero fueron muy seguidas y tuve que sacarme el balón de encima. 

La primera es a mi derecha y el balón no va muy esquinado, pero sí muy fuerte. La segunda es una pelota que pasa por delante de todos mis compañeros en el área pequeña y cuando va a rematar, creo que fue Berbatov, yo sabía que la iba a parar y así lo hice, con el pie. Y la tercera parada es la más difícil, porque es una pelota que no me esperaba. ¿Cómo me podían rematar por tercera vez consecutiva? Y lo que intenté allí es sacármela con los pies, porque alguien podía hacer un desvío. Por suerte la bola se quedó ahí y Fernando Hierro la despejó. Fueron pocos segundos pero con una intensidad bastante grande. 

El aficionado madridista de esos años tiene muchos recuerdos de esa Champions. Todos recuerdan el gol de Zizou, pero también recuerdan esos nervios del final y las paradas. 

Evidentemente, la Champions es distinta a todo lo demás. Cada año se busca con más ansias, con mucho entusiasmo, porque siempre es difícil poder llegar a las instancias finales, pero es la que todos quieren tener en su palmarés y que te deja recuerdos imborrables. 

Por ejemplo, al año siguiente jugamos esos partidazos contra el Manchester United, 3-1 aquí y 4-3 en Inglaterra. Lo que me parecía alucinante además de esos partidos con tantos goles era la gente en Old Trafford, que no paraba de animar y de aplaudir. Acababan de quedar eliminados y nos aplaudían a nosotros. ¡Y cómo nos elogiaban! Fue algo increíble. Creo que fue uno de los partidos más bonitos que he jugado en mi vida. 

En un campo donde la gente aprieta mucho, depende exclusivamente de cómo tú, como jugador, te sientes, o de cómo empieces los primeros minutos. Hay mucha gente que se viene arriba, a la que le gusta que le estén encima y con un ambiente más fuerte… y cuando se es rival también, porque dices “estos rugen fuerte, tenemos que estar todos más juntos”. 

Y es cierto que nada está escrito en la Champions. Es una competición que siempre te sorprende. 

En el colegio, en el banquillo de una final o en la grada de Old Trafford.

Mi última final fue la de 2014 contra el Atlético de Madrid. Era la primera vez que dos equipos de la misma ciudad se enfrentaban en una final de Champions. No era fácil, porque el perdedor arrastraría su derrota hasta el final de su historia. Fue un partido de mucho sufrimiento en todos los sentidos. Y tengo que decir, ahora que lo recuerdo, que la gente se comportó fenomenal. Lo que se vivió en Lisboa fue muy bonito… 

Ahora es fácil decirlo, pero viendo cómo veníamos jugando estaba confiando mucho en nosotros. Y cuando Sergio Ramos metió el gol del empate a los 93’, yo ya me sentí campeón de Europa. Sabíamos que para ellos era un palo y estarían muy tocados para la prórroga. Y así fue. 

Si no llega la copa a las vitrinas, nadie se va a acordar de lo que pasó con PSG, con Chelsea y con el Manchester City.

Iker Casillas

Aunque ya había ganado otras dos Champions, la Décima fue especial porque era el capitán. Es otro concepto, es una foto histórica que le quedará al fútbol, al club. Es algo con lo que sueñas desde pequeño, consiguiéndolo de la forma que lo conseguimos ese día, de forma emocionante. Es algo que la gente no olvidará.

He tenido mucha suerte con jugadores como Sanchís, Redondo, Hierro, Míchel Salgado, Guti y Raúl, quienes siempre me han protegido. Y cuando tú tienes que ser capitán debes dar el paso adelante e imitar un poco lo que han hecho ellos, continuar con esa saga. Luego vino Sergio, con su temperamento, para ser capitán. Y cada uno es diferente, pero lo importante es saber asumir esa responsabilidad. 

Cuando levanté la Champions en Lisboa me acordé de mi historia, de mi vida en el Madrid desde que era pequeño. Pensé en todos los madridistas que estaban allí y de lo mucho que habrían sufrido porque nosotros también la sufrimos mucho. Pero así se disfruta más. Nunca hay que dar por muerto al Real Madrid.

Los últimos tres títulos los he vivido como aficionado. Aunque yo aún estaba jugando en Portugal, una vez que has vivido todo eso, lo tienes muy presente. No puedes hacer esos títulos tuyos, porque no lo son, pero sí te alegra mucho porque desde pequeño siempre querías que el Madrid fuera campeón de Champions. Y también lo ves con un poco de envidia, porque piensas en la pena de no haber podido vivir otro momento más como ese. Pero la historia del club es esta, y da igual quién esté, y en qué momento esté, porque seguirá dándote esas alegrías. 

Real Madrid campeon Champions 2014
Ian MacNicol/Getty Images

Así ha sido también este año. 

Los aficionados del Madrid tienen que estar orgullosos de este equipo, que ha sido algo maravilloso, que lo ha disfrutado todo el mundo…

Para ser jugador del Real Madrid tienes que tener esa fuerza, ese talento y, sobre todo, ese coraje que te hace ir hasta el final y que hace la diferencia en una competición como la Champions. 

Vivirlo desde la grada no tiene nada que ver a cuando era jugador. Esta temporada la he vivido con mucho nerviosismo. 

El Real Madrid y el Liverpool son los dos mejores equipos del mundo en la actualidad y se merecen esta final. Cada uno con sus jugadores y con su estilo, no podrán cometer errores. Y creo que la clave es esa, cometer pocos errores, siendo prácticos e inteligentes. 

Como Karim. 

Lo de Benzema me parece espectacular. A mí siempre me ha gustado como jugador, pero es verdad que ha estado a la sombra de Cristiano Ronaldo, Di María, Kaká o Bale… pero ahora ha cogido muy bien la responsabilidad y solo le falta conseguir la Champions. Si levanta esa copa como capitán no tengo ninguna duda que el Balón de Oro tiene que ser para él. 

El paso que han dado Vinicius y Rodrygo es porque tienen a Benzema al lado. Con él tienen una conexión muy buena. Y de atrás vienen Modric, Kroos, Casemiro, Fede Valverde… 

Un párrafo aparte es para Courtois, y creo que nadie puede discutir que hoy es el mejor portero del mundo. Es lo mismo que pienso de Karim. Para elevarte aún más, tienes que conseguir ese premio. Y se la merece como nadie, ya que ha sido fundamental para que el Madrid llegue a la final de París. 

Me siento orgulloso de que, como yo lo hacía con Arconada, él haya crecido inspirándose en mis paradas, en mis vídeos. Por ahí habrá otro chaval que querrá ser como Courtois el día de mañana. Pero, en síntesis, me halaga haber sido parte de su vida. 

Enfrente tienes a un equipazo. Ellos tienen a Salah. En realidad a toda la gente que tienen arriba, pero Salah me parece un jugador diferente, muy rápido y muy peligroso, que además parece que le tiene muchas ganas al Real Madrid. 

Al aficionado le digo que habrá que ser paciente si las cosas no salen al principio, porque sabemos que este equipo está preparado para todas las situaciones. A los jugadores, hay que estar muy enfocados para llegar a París de la mejor forma y ver qué pasa. Como en el 2000.

Iker Casillas The Players Tribune español
Ricardo Nogueira/The Players' Tribune

Lo de las remontadas está muy bien, pero ahora hay que conseguirla, nos falta la guinda. Si no consigues esa guinda, el pastel no estará completo, ¿no? 

Si no llega la copa a las vitrinas, nadie se va a acordar de lo que pasó con PSG, con Chelsea y con el Manchester City. Para ser emocionante, lo tiene que ser hasta el fin, con el premio. 

A un pasito de la glória por 14ª vez, la gente piensa que ganar Champions es fácil y no es así. En la actualidad lo estamos viendo. Paco Gento, que en paz descanse, ha conseguido seis de las antiguas; luego tenemos a Maldini y a Cristiano, jugadores contrastados que han ganado cinco… Si solo llegar a una semifinal de Champions es algo increíble, cuando consigues una, dos o tres copas tienes que estar orgulloso. Y yo estaré siempre agradecido al Madrid por haberme permitido jugar este tipo de competiciones. 

Y por dejarme escribir mi propia historia en ellas.

¡Hala Madrid!

Sign Iker Casillas

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