Lo que aprendí al estar un año en la sombra

Madeleine Penfold for The Players' Tribune

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Yo quería ir.

Esa es la verdad. Quizás me recuerdes como una de las 15 jugadoras que enviaron esos correos electrónicos a la Federación Española de Fútbol. Pero cuando anunciaron la convocatoria para el Mundial, yo no quería quedarme en casa.

No quería que mis amigas jugaran el Mundial sin mí.

Mi mentalidad era: “Si me llaman, voy”.

Incluso ahora me resulta difícil hablar de esto, porque todavía me duele mucho. En septiembre del año pasado, enviamos diferentes correos electrónicos pidiendo cambios importantes en el trato que recibíamos las jugadoras. De lo contrario no íbamos a jugar. Al cabo de cierto tiempo nos prometieron cambios. Pero para algunas de mis compañeras no fueron suficientes como para volver a la Selección Nacional, y lo respeto mucho. Me refiero a que estábamos peleando por cuestiones fundamentales que afectaban nuestro rendimiento deportivo y también nuestro bienestar. Entonces, ¿por qué yo sí quería ir?

Bueno es que hablamos de España. Jugar para tu país es lo más grande que puedes hacer como futbolista. Ni siquiera podría describir la sensación... Así que, jugar un Mundial con 22 años… ¡Uf!

No podría decir que no a eso. Si me llamasen...

Había mucha incertidumbre. Estaba a punto de hacerse pública la lista de convocadas y yo llevaba dos meses lesionada. Pero trabajé muy duro para ponerme en forma, y al final participé en todos los partidos de la Eurocopa. Volví a mi casa de Barcelona para estar con mis amigos y familiares, para poder contar con su apoyo en caso de malas noticias... Y entonces salió la lista.

No me llamó nadie de la Federación Española. Solamente publicaron la lista en las redes sociales. Primero respiré hondo y después revisé atentamente la lista de jugadoras seleccionadas.

No había ninguna Laia.

Revisé la lista de nuevo. 

¿Tal vez había pasado por alto algún nombre?

Revisé la lista dos veces.

¿Era esta la lista oficial?

Pero la había leído correctamente. Yo estaba fuera.

Mi sueño mundialista se había acabado.

Laia Aleixandri  | Selección Española de Fútbol Femenina | The Players' Tribune
Madeleine Penfold for The Players’ Tribune

Me afectó mucho, sinceramente. Pensé que estaba preparada para algo así, pero cuando toda tu carrera te ha llevado a este momento y no cuentan contigo, no es sólo una decepción. Se te revuelve el estómago. Se te cae el corazón al suelo, porque tienes una sensación de pérdida que es abrumadora.

Es como si todas tus amigas estuvieran invitadas a una gran fiesta y tú no.

Después, el verano va pasando, y te das cuenta de que ésta es la noche legendaria de la que se hablará siempre. Pero pasarán cuatro años hasta que tengas otra oportunidad. Desde luego estás feliz por tus compañeras de equipo, especialmente por las que conoces desde hace años.

Pero cuando miras dentro de ti, tienes un gran conflicto de emociones. Es algo normal, ¿sabes? Es una situación extraña, y es dolorosa. 

¡Sí, ganamos el Mundial!

Pero yo no estuve allí.

J****.

No estuve allí.



Voy a terapia con una psicóloga.

Y hace unos 18 meses me enseñó una lección importante.

Me dijo que hay dos Laias. Una es la Laia futbolista y otra es la Laia que disfruta pintando y paseando a su perro. Tienes que aprender a separar las dos Laias. Y también, si puedes, pasar las partes positivas de una a otra. Porque el mundo del fútbol tiene tanta envergadura, y puede ser tan brutal, que, sin un buen equilibrio, es fácil desorientarse.

Los últimos años he estado trabajando para conseguir un buen equilibrio entre estas dos partes de mi vida. Pero cuando jugaba con España, me costaba encontrarlo.

Empecé muy bien. Recuerdo que me convocaron para debutar en 2019 contra Camerún. Marqué y ganamos. Llamé a mi papá por FaceTime y hasta entonces nunca se había emocionado. Siempre me preguntaba si me divertía jugando, pero esa vez no tuvo que preguntar.

Pero pronto me di cuenta de que la dinámica del equipo no era buena. Lo peor fue la Eurocopa en 2022. Teníamos un equipo fantástico y nos estábamos esforzando al máximo, pero recibíamos un trato que no era profesional; nos faltaban ciertas cosas que son básicas en el máximo nivel, como la preparación de los partidos, viajar en buenas condiciones, contar con un nutricionista en el equipo, así como los fisioterapeutas necesarios para todas las jugadoras. Llegó un momento en que empezamos a dudar de nosotras mismas. Emocional y físicamente, muchas de nosotras no estábamos bien. Yo era una de las jugadoras más jóvenes, y siempre he sido una persona tranquila y discreta, pero llegado un punto pensé: “Vale, las cosas no van bien. No estoy bien”.

Laia Aleixandri  | Selección Española de Fútbol Femenina | The Players' Tribune

Había muchas jugadoras con más experiencia que yo, que simplemente ya estaban quemadas. Cuando Inglaterra nos ganó en cuartos de final, entonces acudimos a la Federación y les expusimos toda nuestra frustración. Quisimos explicarnos con total franqueza.

Creo que en este punto se podían seguir dos caminos distintos.

Uno requería que las jugadoras y la Federación se escuchasen mutuamente, reflexionaran juntos e hicieran cambios, de forma lenta pero segura. ‘Tú nos das esto y nosotros te damos aquello’. Vamos a cooperar unos con otros, ¿entiendes?

Pero se siguió un segundo camino no tan cooperativo. Entonces 15 de nosotras decidimos mantenernos alejadas del equipo hasta que se hicieran los cambios necesarios, y aunque lo hicimos como grupo, fue una decisión muy personal de cada una. Dejar lo que más disfrutas… J****… Fue difícil. Muy difícil. Tuve que pensármelo mucho.

Al final lo hice porque nuestra lucha vale ese sacrificio. Porque queríamos igualdad de derechos y ser tratadas como las profesionales que somos.

El hecho es que, cuando realmente tomas la decisión, no es tan doloroso. Pero luego, cuando miras atrás y ves todo lo que ha pasado… ¡Uf!

Ha sido muy difícil…

Emocionalmente, el verano pasado fue lo más difícil que he vivido. Sólo tres de las 15 compañeras llegaron al equipo final. Para mí fue mucho más brutal porque muchas de mis compañeras de equipo son amigas íntimas. Hace años que nos conocemos de jugar juntas en las categorías inferiores españolas. Ganando y perdiendo juntas, viajando por el mundo juntas, y ahora quería unirme a ellas en esta gran aventura. Pero me quedé atrás. 

Hablé mucho con mi psicóloga. Todas las cosas que hago con ella son para estar segura de que me mantengo emocionalmente estable, como futbolista, como estudiante y como persona. No quería que esta experiencia me cambiara. No quería sentirme amargada, celosa ni triste.

Así que me fui. A finales de junio, mi novio y yo volamos a Estados Unidos para hacer un viaje por carretera. Alquilamos un todoterreno y fuimos a Orlando y a Miami. Nos hicimos fotos junto al Golden Gate y estuvimos por Hermosa Beach. El Gran Cañón fue increíble. Intenté con todas mis fuerzas olvidarme del Mundial. Mi mejor truco era simplemente comer, viajar y explorar tanto que se me fuera todo lo demás de la cabeza.

Sin embargo, el Mundial siempre estuvo en mi mente. No dejé de revisar los resultados de los partidos en el teléfono. Es mi equipo, mis compañeras, mi país. ¿Cómo no iba a hacerlo?

Laia Aleixandri  | Selección Española de Fútbol Femenina | The Players' Tribune
Madeleine Penfold for The Players’ Tribune

Cuando volví a casa, el Mundial todavía se estaba jugando. No vi ni un partido. Ni un minuto. Solo me concentré en hacer mi pretemporada y en dar mi mejor versión como jugadora.

Le dije a mi padre: “Me he perdido dos cosas a la vez: jugar una Copa del Mundo y ganar una”.

Es algo que sigue siendo muy difícil de aceptar.

Ahora intento verlo de forma positiva. Disfruté de un viaje fantástico con mi novio. El título del Mundial ha servido para hacer cambios estructurales en la Federación Española, y creo que todos merecemos respeto por eso. Decir que ganamos mucho más que un trofeo es un tópico, pero resultó ser cierto. Me convocaron de nuevo al equipo justo después del Mundial; ocurrió mucho antes de lo que esperaba. Estoy jugando partidos, y por fin la Federación está haciendo algunos cambios.

Y visto en perspectiva, todavía puedo ganarme la vida jugando al fútbol.

Realmente, soy afortunada.

Pero también tengo que ser realista... Duele. Siempre me dolerá. Todavía soy joven y estoy segura de que algún día jugaré un Mundial, pero de momento esa experiencia la perdí. Estuve en contacto con algunas de mis compañeras durante la competición, y una de ellas me envió un mensaje que casi me rompió. Lo recibí justo antes de la final.

Ella escribió: “Laia, tú también eres parte de esto. Te echo mucho de menos."

Caramba… Ante algo así, ¿qué se puede decir?

En cierto modo, yo sí era parte de aquello.

Solo hubiera preferido que ella nunca tuviera que extrañarme.

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